Hay un dicho popular que dice que no hay más ciego que el que no quiere ver. O en este caso lo más correcto es que no hay más ignorante que el que ve cosas donde no las hay. Da igual de qué acera, barrio o parte del río venga, aunque sorprende aún más lo que ha ocurrido este domingo. Estamos acostumbrados (o más bien no nos sorprende) a que los equipos pequeños entonen la cancioncilla de que es muy fácil pitarle al débil, pero es que oir a Mijatovic chirría: “Estamos muy disgustado y muy preocupados con el tema arbitral. Hasta ahora pensábamos que era casualidad, pero ya son muchas casualidades las que se están produciendo en los últimos partidos. Tenemos la sensación de que es muy fácil pitarle al Real Madrid y ante la duda siempre salimos perjudicados”.
No hay dudas de que el Madrid, como la mayoría de equipos, ha sido perjudicado recientemente, pero no es menos cierto que también ha sido favorecido. Es una de las leyes no escritas del fútbol: unos días te dan, otros te quitarán. Sin embargo, se puede ver un transfondo en las acusaciones sobre manos negras del máximo responsable deportivo del Madrid: todo apunta a una táctica de despiste. El partido ante el Athletic dejó claras las evidencias del equipo blanco y las deficiencias de un entrenador que no sabe afrontar las situaciones delicadas. Los blancos se escudan en los árbitros para tapar las deficiencias de su juego y la candidez defensiva que demostraron ante uno de los farolillos rojos de la Liga.
Aunque quizás para entender el elemento clave en este entramado hay que tomar el puente aéreo. El Barça desplega un juego espectacular, rápido, potente y deslumbrante. Gana sus partidos con una autoridad bárbara y con una suficiencia a la que pocos en esta Liga podrían llegar. Ese equipo que debería plantar cara con juego, y resultados, es el Madrid, pero está claro ahora mismo que existe un tremendo abismo entre el juego culé y el merengue... y aún así tienen los mismos puntos. ¿Será cosa de la mano negra o del miedo a las piernas blaugranas?
La rajada de Mijatovic
No hay dudas de que el Madrid, como la mayoría de equipos, ha sido perjudicado recientemente, pero no es menos cierto que también ha sido favorecido. Es una de las leyes no escritas del fútbol: unos días te dan, otros te quitarán. Sin embargo, se puede ver un transfondo en las acusaciones sobre manos negras del máximo responsable deportivo del Madrid: todo apunta a una táctica de despiste. El partido ante el Athletic dejó claras las evidencias del equipo blanco y las deficiencias de un entrenador que no sabe afrontar las situaciones delicadas. Los blancos se escudan en los árbitros para tapar las deficiencias de su juego y la candidez defensiva que demostraron ante uno de los farolillos rojos de la Liga.
Aunque quizás para entender el elemento clave en este entramado hay que tomar el puente aéreo. El Barça desplega un juego espectacular, rápido, potente y deslumbrante. Gana sus partidos con una autoridad bárbara y con una suficiencia a la que pocos en esta Liga podrían llegar. Ese equipo que debería plantar cara con juego, y resultados, es el Madrid, pero está claro ahora mismo que existe un tremendo abismo entre el juego culé y el merengue... y aún así tienen los mismos puntos. ¿Será cosa de la mano negra o del miedo a las piernas blaugranas?
La rajada de Mijatovic
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